Un marroquí cuenta su aventura …
Estaba en coche, en el camino de regreso desde Nueva York para Montreal, dónde vivo desde más de 20 años.
Al puesto fronterizo, le devolví mi pasaporte a la encargada a la aduana, y cuando leyó: " lugar de nacimiento: "Marruecos ", me pidió:
- ¿ Cómo va Marruecos?
- Bien, le respondí. Todo lo que se desea, es que continúa estando bien...
- ¿ Desde cuándo usted vive en Canadá?
- 20 años.
- ¿ Cuándo fue su última visita a Marruecos?
- Hace dos años.
Me fijó sonriendo y me dijo:
¿ El cual de las dos le gusta más, Marruecos o Canadá?
- La diferencia que hago entre Marruecos y Canadá, es exactamente la que hago entre mi madre y mi esposa. Mi esposa, la escogí, me gusta, estoy enamorado de ella, pero no puede en ningún caso hacerme olvidar a mi madre. No escogí a mi madre, sino sé que le pertenezco. Sólo me siento bien en sus brazos, sólo lloro sobre su hombro.
Cerró mi pasaporte, me fijó con asombro, luego me dijo:
- Se dice a menudo que la vida es muy difícil en Marruecos. ¿ Cómo le puede gustar tanto este país?
- ¿ Quiere decir "a mi madre "?
Sonríe y dijo: Supongamoslo.
- Mi madre posiblemente es modesta; a veces no tiene de que pagarme mis cuidados, todavía menos los honorarios del médico, pero la ternura de su regazo cuando me abraza, y el calor de su corazón cuando estoy en sus brazos, bastan por curarme.
Describame Marruecos!
-No tiene la belleza rubia, sino la vista de su cara apacigua. No tiene los ojos monos, sino su vista pone en seguridad. Sus vestidos son simples, pero lleva en sus pliegues bondad y misericordia …
No se engalana de oro y de dinero, sino lleva en su cuello un collar de espigas de trigo, de los que alimenta a todo hambriento. Los bandoleros lo expoliaron, pero continúa sonriendo.
Me devolvió mi pasaporte y dijo:
- Conozco Marruecos a través de las pantallas de tele, pero no encuentro allí nada de esto que usted me describe.
- Usted vió Marruecos de los mapas geográficos. En cuanto a mí, hablo del Marruecos enterrado en mis entrañas.
- Deseo que su fidelidad para Canadá iguale la que usted siente para Marruecos … Le quiero decir, su fidelidad a la esposa tanto como a la madre.
- Entre Canadá e yo, existe un contrato al cual debo fidelidad, y no soy de los que no respetan su contrato. Y desearía que usted supiera que esta fidelidad, es mi madre quien me la enseñó.
Estaba en coche, en el camino de regreso desde Nueva York para Montreal, dónde vivo desde más de 20 años.
Al puesto fronterizo, le devolví mi pasaporte a la encargada a la aduana, y cuando leyó: " lugar de nacimiento: "Marruecos ", me pidió:
- ¿ Cómo va Marruecos?
- Bien, le respondí. Todo lo que se desea, es que continúa estando bien...
- ¿ Desde cuándo usted vive en Canadá?
- 20 años.
- ¿ Cuándo fue su última visita a Marruecos?
- Hace dos años.
Me fijó sonriendo y me dijo:
¿ El cual de las dos le gusta más, Marruecos o Canadá?
- La diferencia que hago entre Marruecos y Canadá, es exactamente la que hago entre mi madre y mi esposa. Mi esposa, la escogí, me gusta, estoy enamorado de ella, pero no puede en ningún caso hacerme olvidar a mi madre. No escogí a mi madre, sino sé que le pertenezco. Sólo me siento bien en sus brazos, sólo lloro sobre su hombro.
Cerró mi pasaporte, me fijó con asombro, luego me dijo:
- Se dice a menudo que la vida es muy difícil en Marruecos. ¿ Cómo le puede gustar tanto este país?
- ¿ Quiere decir "a mi madre "?
Sonríe y dijo: Supongamoslo.
- Mi madre posiblemente es modesta; a veces no tiene de que pagarme mis cuidados, todavía menos los honorarios del médico, pero la ternura de su regazo cuando me abraza, y el calor de su corazón cuando estoy en sus brazos, bastan por curarme.
Describame Marruecos!
-No tiene la belleza rubia, sino la vista de su cara apacigua. No tiene los ojos monos, sino su vista pone en seguridad. Sus vestidos son simples, pero lleva en sus pliegues bondad y misericordia …
No se engalana de oro y de dinero, sino lleva en su cuello un collar de espigas de trigo, de los que alimenta a todo hambriento. Los bandoleros lo expoliaron, pero continúa sonriendo.
Me devolvió mi pasaporte y dijo:
- Conozco Marruecos a través de las pantallas de tele, pero no encuentro allí nada de esto que usted me describe.
- Usted vió Marruecos de los mapas geográficos. En cuanto a mí, hablo del Marruecos enterrado en mis entrañas.
- Deseo que su fidelidad para Canadá iguale la que usted siente para Marruecos … Le quiero decir, su fidelidad a la esposa tanto como a la madre.
- Entre Canadá e yo, existe un contrato al cual debo fidelidad, y no soy de los que no respetan su contrato. Y desearía que usted supiera que esta fidelidad, es mi madre quien me la enseñó.
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